La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revela en su último informe que sus países miembros comienzan a experimentar una ligera recuperación económica –mejora del mercado de trabajo y de las rentas de los hogares–. Sin embargo, los frutos de la recuperación económica no han sido compartidos equitativamente y la crisis deja tras de sí un problema social en aumento: la desigualdad.
“En los últimos siete años, las desigualdades en los ingresos han alcanzado niveles históricos”, afirma la OCDE. El índice de Gini, que mide la distribución de la renta disponible en la sociedad –siendo 0 una renta igual para todos y 1 una desigualdad total–, llegó a 0,318 en 2013/14 entre los países de la OCDE, valor récord desde mediados de los años 80.
Si observamos los cambios que se han producido desde 2007, tal y como muestra el gráfico, la desigualdad descendió en Islandia y Lituania, mientras que aumentó notablemente en la República Eslovaca, España y Suecia. En España el índice de Gini pasó del 0,324 en 2007 a 0,346, en 2014, poniendo de manifiesto que la recuperación económica se ha traducido en un aumento de la desigualdad. Se trata del mayor valor desde 2007, que posiciona a España en décima posición por encima de Grecia y Portugal.
Disminución igualitaria de los ingresos durante la crisis, crecimiento desigual durante la recuperación
La OCDE revela que la renta disponible continúa por debajo de los niveles pre-crisis. Entre 2007 y 2010, los ingresos reales medios disminuyeron un 2,1% de media, siendo los extremos los que más perdieron –las rentas más bajas y las rentas más altas–. En cambio, durante la recuperación, el crecimiento fue desigual: los salarios de las rentas altas aumentaron mientras que los de las rentas bajas se estancaron o disminuyeron, como fue el caso de España, Grecia o Portugal.
Disminución de los salarios de las rentas más bajas
Ya vimos en un post anterior que, según el Índice de Precios del Trabajo publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los precios aumentaron un 8,5% en España mientras que los salarios disminuyeron un 0,7% como consecuencia de la crisis.
El informe de la OCDE confirma lo que ya nos adelantó el INE, afirmando que “en España, a pesar del prolongado periodo de fuerte creación de empleo, estimulado por la reforma laboral de 2012, se ha producido una fuerte disminución de los salarios, sobre todo, de los salarios de las rentas más bajas”. Este aumento de la desigualdad viene explicado por la “persistencia del desempleo de larga duración, la caída de los salarios reales y la existencia de un mercado de trabajo segmentado”.
La OCDE explica que la redistribución de la riqueza aumentó en las primeras fases de la crisis en aquellos países más afectados por ella, como España. “Sin embargo, la redistribución se estancó a partir de 2010, pese a las grandes desigualdades existentes”.
La pobreza aumenta casi dos puntos en España, ocupando el 8º puesto de la OCDE
El subempleo –empleo por debajo de las capacidades del individuo– y los índices de paro generados por la crisis han disminuido por fin, aunque el paro de larga duración continúa siendo elevado notablemente entre los jóvenes poco cualificados. La mala calidad de los empleos sigue siendo una realidad incluso en los países en los que la situación laboral ha mejorado y, de hecho, es un factor que refuerza las desigualdades.
En lo que a tasa de pobreza relativa se refiere la media de los países de la OCDE pasa del 11,4% en 2007 al 11,5% en 2014. Israel cuenta con la mayor tasa de pobreza, con un 18,6%, seguido de EE.UU. (17,5%). España ocupa el octavo lugar, aumentando del 14,2% (2007) al 15,9% (2014).
Menor salario, mayor pobreza
Este informe de la OCDE viene a revelar que, a pesar de que hemos experimentado una ligera recuperación económica, la crisis ha dejado consecuencias tras de sí. Los salarios de las rentas más bajas disminuyen, a la vez que aumenta la pobreza: la desigualdad se presenta como un problema social que no ha hecho más que acentuarse con la crisis. En consecuencia, el ahorro tanto a largo como a corto plazo se presenta como una acción que cada vez es más difícil llevar a cabo.