“El aburrimiento causa ansiedad y está aparejado a conductas violentas”

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En “Conversaciones para una sociedad en transformación”, el director del Instituto Santalucía, José Manuel Jiménez, charla con Josefa Ros, investigadora experta en las consecuencias negativas de esta emoción en las personas y cómo superarla, especialmente, en espacios propensos al aburrimiento, como son las residencias de tercera edad.

Pregunta. Josefa Ros trabaja desde una perspectiva multidisciplinar diferentes temáticas sobre el bienestar y las necesidades del colectivo sénior. Tiene una contrastada trayectoria académica, ha participado en el proyecto España 2050 sí y ha recibido el Premio Nacional de Investigación para Jóvenes María Moliner por la contribución de estudios sobre el aburrimiento, una rama del conocimiento emergente. ¿Por qué el aburrimiento?

No es una rama del conocimiento emergente lo que pasa es que se está de alguna forma institucionalizando en este momento, pero realmente el aburrimiento es una cuestión que se lleva estudiando desde el principio de la historia de Occidente. Nos podemos remontar al Imperio Romano y encontrar ya textos de Lucrecio, Horacio, Séneca que hablan sobre el aburrimiento. Es también, por supuesto, un fenómeno muy relevante para los teólogos de la Edad Media ha sido también una experiencia remarcada a lo largo de toda la modernidad y, por supuesto, pues es un fenómeno que también está presente en nuestro día a día. No es algo que hayamos empezado a estudiar ahora, quizá algunas disciplinas como son las que provienen de la de las Ciencias de la Salud Mental, psicología, la psiquiatría lo han introducido en su estudio de forma más reciente, aunque hace ya casi un siglo.

Sí que es cierto que es ahora cuando desde distintas disciplinas estamos intentando aunar fuerzas para constituir algo así como lo que se llamarían los estudios del aburrimiento. Tenemos que darnos la mano entre filósofos, sociólogos, antropólogos, psiquiatras porque al final el aburrimiento es un fenómeno multidisciplinar, es un fenómeno con muchas aristas, con muchos entresijos, muchos misterios y necesitamos esa perspectiva más holista para poder de alguna forma definir lo que es el aburrimiento.

¿Por qué empecé a estudiar esta cuestión del aburrimiento? En principio me llamaba mucho la atención sencillamente como experiencia, porque es algo que es atemporal, sucede en cualquier época, no tiene lugar, no distingue entre sexos, entre razas, todos podemos ser víctimas del aburrimiento. De hecho, todos somos víctimas del aburrimiento hasta aquellas personas que dicen que no se aburren nunca. Eso es porque tienen un concepto del aburrimiento erróneo. Pero todos nos aburrimos, todos en algún momento nos sentimos que estamos inmersos en una situación que no nos estimula como nosotros esperamos. Esto puede pasar porque no estamos haciendo nada o porque estamos haciendo algo que no nos resulta significativo, viendo una película, leyendo un libro. Empecé a estudiarlo desde un prisma de la antropología filosófica, como una emoción negativa que cumple una función en nuestra vida que es la función de alertarnos de que ya nuestra relación con la realidad se ha quedado obsoleta, que está dañada, que está quebrada y tenemos que hacer algo e introducir una novedad en ese presente para ponerlo en movimiento.

En la actualidad además eres investigadora postdoctoral de la Universidad Complutense de Madrid donde diriges el proyecto que persigue y conocer las causas y consecuencias de la experiencia del aburrimiento en las residencias de mayores que ahí es donde focalizadas un poco el análisis del mundo sénior. ¿Qué pretendes con este proyecto?

Después de haber abordado el aburrimiento desde esa perspectiva, a mí lo que me interesó más es esa cara del aburrimiento que puede ser un poco más patológica. El aburrimiento es una emoción funcional, siempre y cuando nosotros, cuando experimentamos el malestar del aburrimiento, estemos en condiciones de diseñar una estrategia de huida frente a su padecimiento y ponerla en práctica para dejar atrás esa fuente de aburrición. Sin embargo, yo me di cuenta a lo largo de los años de investigación de que en algunas instancias esto no sucede. Hay veces que no podemos dejar atrás el aburrimiento, que el aburrimiento se perpetúa en el tiempo y nos quedamos atrapados en él. Esto puede suceder por razón del propio individuo, porque hay personas que tienen una altísima su propensión a aburrirse, que se aburren siempre o incluso son incapaces de llegar a saber qué les gustaría hacer para romper con ese aburrimiento. Pero, por otra parte, como sociedad también es cierto que hemos creado espacios que son fuente de aburrición, espacios que bueno aburren a un número de personas determinado, un aburrimiento que permanece en el tiempo, que no son capaces de dejar atrás, un aburrimiento del que no pueden desasirse y, al final claro ese aburrimiento que permanece, ese malestar causa frustración y tiene consecuencias muy negativas. Pues bien, las residencias de mayores son uno de esos espacios que hemos creado socialmente en el que muchas personas se aburren, no todas por supuesto, pero un buen número de personas se aburren, eso nos dice la literatura científica. Saben que se aburren, saben qué les gustaría hacer, cuál sería esa estrategia de huida frente al aburrimiento, pero es el propio contexto el que no permite que esa estrategia se llegue a materializar.

¿Qué efecto tiene sobre las personas el aburrimiento?

Ese aburrimiento, que sería de cariz más patológico, en tanto en cuanto no podemos responder frente a él y al final nos quedamos atrapados en ese dolor, pues en principio todos empezamos a experimentar una cierta desorientación cuando permanece en el tiempo y al final nos lleva a estados de irritación, de enfado, de ansiedad o de estrés, porque queremos dejar atrás el aburrimiento, pero no sabemos cómo o sí sabemos cómo pero el contexto no nos permite hacerlo. Entonces, de alguna forma sentimos ese estrés, esa ansiedad. En el caso particular de las residencias de mayores la literatura científica nos dice que después de esos estados de ansiedad o de estrés, de frustración, lo que viene aparejado son conductas desadaptativas que están relacionadas con episodios de violencia, autolesión, de lesión a otros compañeros, por ejemplo.

A la larga esto también repercute en la toma de medicamentos o abuso de la toma de medicamentos, por ejemplo, trastornos alimenticios, trastornos del sueño, porque hablamos de personas que pasan muchas horas sin hacer nada, durmiendo, y por la noche no tienen sueño.

¿Esto la has podido constatar en las residencias? ¿Qué resultados has obtenido hasta el momento?

El proyecto lleva activo desde hace más de un año, pero el estudio de campo, es decir, personarme yo en las residencias para empezar a hablar con los mayores lo estoy haciendo desde agosto. Es decir, llevamos como unos cinco meses. Hasta el momento he trabajado con 8 residencias y me doy cuenta de que hay un porcentaje de alrededor el 30% de las personas que no tengan deterioro cognitivo, porque los estudios de aburrimiento no están ni siquiera desde la psiquiatría ni la psicología, no están lo suficientemente desarrollados como para que podamos meternos ya en ese campo de personas que tienen demencias, que tienen Alzheimer,  que tienen deterioro cognitivo, etcétera. En personas que no tienen deterioro cognitivo, al menos un 30% de ellas sufre un aburrimiento que yo llamo aburrimiento situacional cronificado, un aburrimiento que depende de la situación que nace de la situación de estar en una residencia y de la vida en la residencia y que se ha cronificado porque es algo que sucede día tras día. Son personas que antes de vivir en la residencia no sufrían de aburrimiento.

“Conversaciones para una sociedad en transformación”

¿Quieres conocer más sobre el aburrimiento y cómo la experta logra superar esta emoción? Escucha la charla completa en nuestro canal de YouTube y conoce el impacto del aburrimiento en las residencias de tercera edad y cómo hacer frente a él.

“Conversaciones para una sociedad en transformación” es nuestro nuevo espacio de entrevistas en el que el director de Instituto Santalucía, José Manuel Jiménez, charla con expertos en materia de jubilación, pensiones, ahorro, educación financiera, sostenibilidad financiera, cuarta edad o talento sénior.

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