Según los datos publicados por ICEA (Investigación Corporativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones) y recogidos por UNESPA, las rentas vitalicias aseguradas ganan terreno como sistema de previsión complementario. A cierre de marzo, 8.638 personas mayores de 65 años transformaron el dinero logrado con la venta de algún elemento patrimonial (por ejemplo, una segunda vivienda, fondos de inversión, acciones, etc.) en una fuente garantizada de ingresos de por vida. Estas personas se acogieron a las ventajas fiscales que se establecieron para este producto a raíz de la última reforma del IRPF. Estas rentas vitalicias acumulan un volumen de ahorro bajo gestión de 917 millones de euros. Las entidades empezaron a comercializar estos productos hace, aproximadamente, un año y medio.
Transformación de patrimonio en rentas vitalicias
Las personas mayores de 65 años que destinen el dinero logrado con la venta de cualquier elemento patrimonial (segunda vivienda, acciones, fondos de inversión, etc.) a una renta vitalicia asegurada tienen como beneficio fiscal la exención de las ganancias patrimoniales obtenidas con la venta, con un límite de reinversión de 240.000 euros. Si la reinversión en renta vitalicia es menor al importe de la venta, la exención se aplica proporcionalmente. Lo mismo ocurre si el importe de la venta supera el citado límite de 240.000 euros. El plazo para contratar la renta vitalicia y beneficiarse de estas ventajas es de seis meses desde la venta del activo.
Crecimiento del 6,19%
Los datos recopilados por ICEA muestran cómo las aseguradoras gestionaban hasta marzo 222.258 millones de sus clientes, tras anotar un incremento interanual del 6,19%. De esa cantidad, 181.067 millones corresponden a productos de seguro, un 6,23% más. Los restantes 41.192 millones constituyen el patrimonio de los planes de pensiones cuya gestión ha sido encomendada a entidades del sector. Este último importe es un 6,04% superior al anotado el pasado ejercicio por las mismas fechas.
Las rentas vitalicias y temporales constituyen el producto más relevante en términos de ahorro gestionado. Acumulan unas provisiones técnicas de 86.221 millones de euros, un 4,70% más que un año atrás. Por otra parte, destaca la pujanza de seguros individuales de ahorro a largo plazo (SIALP). Estas pólizas, popularmente conocidas como Planes de Ahorro 5, movían a cierre del primer trimestre 2.366 millones. Casi duplican, por tanto, el volumen bajo gestión de un año para otro.
La evolución de los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS) también es llamativa. Estos seguros alcanzan a cierre de marzo los 11.066 millones y registran un crecimiento del 27,72% en los últimos 12 meses. Mientras, los capitales diferidos repuntan un 5,61 % y suman 48.531 millones de euros. Los PIAS son un producto que otorga ventajas fiscales a la salida, la rentabilidad queda exenta, si se han cumplido determinados requisitos durante la fase de ahorro. Básicamente, tener una duración no inferior a los cinco años y percibirlo en forma de renta vitalicia. Su límite de aportación anual es de 8.000 euros, límite que es compatible con el de los planes de ahorro a largo plazo (SIALP y CIALP).
Los ingresos por primas del seguro de vida riesgo crecían al finalizar el primer trimestre un 3,32% interanual, hasta los 1.405 millones. El tirón de esta línea de negocio se debe, en parte, a la reactivación del crédito hipotecario y de la financiación al consumo.