Se trata de la generación de jóvenes más preparada de la historia de nuestro país. Los millennials, en general, han accedido a una formación superior a la de generaciones precedentes que se prolonga cada vez más en el tiempo. El denominador común de estos jóvenes es que se enfrentan a un mundo laboral hostil, en el que unos aceptan trabajos precarios, otros deciden salir al extranjero y muchos tardan en emanciparse. La independencia económica no es fácil de conseguir al mismo tiempo que viven situaciones significativas, desde la perspectiva financiera, como la compra del primer coche, la necesidad de aumentar su empleabilidad o afrontar la independencia del hogar paterno a través del alquiler u otras fórmulas. Frente a esta compleja situación, las medidas de ahorro domésticas deben convertirse en prácticas habituales para conseguir un equilibrio ingresos-gastos y poder ahorrar.
Tensión entre ingresos y ahorro
La generación millennial se enfrenta a la entrada al mercado laboral, cuando es posible, en modalidades que solo permiten unos bajos ingresos. Ahorrar en esta etapa es complejo, y debe alcanzarse el ahorro por la vía de la eficiencia en el gasto y no por la vía del aumento de los ingresos, que suelen venir a medida que se madura profesionalmente. Es más necesario que nunca establecer un presupuesto personal y la cantidad que puede destinarse al ahorro. Es la primera etapa de la vida donde uno hace muchas cosas por primera vez y también, a través del error, se adquiere la experiencia en la toma de decisiones financieras.
Compartir es ahorrar
La técnica más básica de ahorro que puede llevar a cabo un joven independiente es compartir. A la fórmula más tradicional de compartir, ejemplificada en la vivienda -el alquiler y todos los gastos que conlleva se dividen-, los jóvenes han incorporado a su cultura de ahorro compartir otros bienes como el coche o los espacios de trabajo, por citar solo algunos, y que son una diferencia sobre generaciones anteriores. “Compartir es vivir”… ¡y también ahorrar!
Reducir gastos: el automatismo de los jóvenes
Con un trabajo generalmente precario o minijobs alternados con los estudios, aumentar ingresos se convierte en una acción complicada al principio de la vida adulta. En consecuencia, reducir gastos debe ser una acción automática. Pueden utilizarse los cupones de descuento del supermercado que suelen caducar sin salir de la cartera, comparar precios de todos los establecimientos y hacer de las marcas blancas sus aliadas.
La reducción de gastos domésticos tales como apagar el ordenador cuando no se está usando, dar una segunda vida a productos que ya creíamos inservibles, apagar las luces, no derrochar agua e incluso reducir el consumo de la calefacción al mínimo son prácticas habituales para hacer un uso eficiente de la energía y ahorrar en las facturas.
Ayudas y becas: ¡están para usarlas!
En muchos casos, por falta de información, no siempre nos damos cuenta de que están ahí, pero están. Numerosos ayuntamientos ofrecen ayudas en materia de acceso a la vivienda para jóvenes. Se gestionan ayudas para la compra, el alquiler, bolsas de vivienda en alquiler, registros de solicitantes de vivienda pública… Las becas pueden ser un buen recurso para salir al extranjero y tener una doble experiencia personal y profesional, a la vez que se aprenden idiomas y se perciben ingresos.
Algunos productos recomendados
Expertos consultados por el Instituto Santalucía reconocen la compleja situación de este grupo de edad, que se enfrenta a las situaciones antes señaladas. Para estos expertos, no es lo mismo la situación de la primera fase de edad, que todavía se está buscando el horizonte profesional y hay una alta incertidumbre, con lo cual la recomendación es ahorrar a través de la optimización y recurrir a los productos bancarios más habituales (cuentas corrientes, cuentas de ahorro vivienda, etc.). Ya en la etapa más madura de esta franja, con un proyecto profesional y personal más consolidado, abordar otras fórmulas muy interesantes como los seguros de ahorro “unit-linked” –producto destinado la construcción de un capital de ahorro, mediante prima periódica o única, con un horizonte temporal recomendado de al menos 3 años, sin duración determinada-, los seguros de vida ahorro garantizado y vitalicio -producto destinado a personas conservadoras que buscan un producto de ahorro a largo plazo, seguro y garantizado para la jubilación-.