De los 22.8 millones de personas activas en España, más de 10.6 millones son mujeres. A pesar de todas las políticas de género existentes, la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo español es un hecho. Así lo revela el informe “Desigualdades de género en el mercado laboral español”, impulsado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), proporciona una evaluación exhaustiva de las diferencias entre hombres y mujeres en España, comparándolo con otros países de Europa occidental, con el fin de identificar los principales obstáculos y realizar recomendaciones de políticas de género.
La maternidad como causa de desigualdad
El estudio desvela que las mujeres con menos de 50 años han alcanzado un nivel educativo superior al de los hombres de su generación: el 43% de las mujeres en el mercado laboral ha terminado sus estudios universitarios, frente al 36% de los hombres. Por el contrario, las mujeres encuentran mayores dificultades para encontrar trabajo y, cuando lo encuentran, las condiciones laborales son peores. Son ellas las que tienen una mayor tasa de paro y de parcialidad –el 57% de las mujeres trabajadoras está ocupada a tiempo parcial–. El estudio destaca que cada año de estudios adicionales tiene poca repercusión en el salario y, de hecho existe un problema de incompatibilidad educacional que provoca una sobre-cualificación que afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres.
A pesar de tener una mejor formación, la brecha de género en los salarios se sitúa en el 20%, alcanzando su pico más alto entre los trabajadores cualificados. Al principio de la carrera profesional, las ganancias son similares tanto para hombres como para las mujeres, pero las desigualdades se producen cuando llegan las interrupciones como consecuencia de la maternidad: contar con más horas de experiencia laboral puede suponer un ascenso y un aumento de salario.
Por el contrario, una parte significativa de las diferencias salariales entre hombres y mujeres se debe a los complementos y a la adecuación entre trabajadores y competencias. En 2002 la brecha salarial era de un 5%, mientras que la brecha en complementos salariales se encontraba entre el 27% y el 31%. La adecuación entre trabajadores y las competencias necesitadas resulta en que casi un 40% de las mujeres con estudios universitarios se encuentra en puestos de trabajo que no se corresponden con su nivel de estudios, frente a un 20% de Francia o Alemania.
Con este panorama, el estudio muestra un estancamiento en el desarrollo profesional de mujeres: encuentran “techos de cristal” para acceder a las instituciones, a la categoría de manager y a carreras profesionales “top”. En definitiva, a mayor nivel, menos mujeres y mayor brecha salarial.
Más la conciliación y más puestos de responsabilidad
Para reducir la brecha salarial y las desigualdades laborales en general, los investigadores proponen dos ejes de actuación: mejorar la conciliación entre la vida laboral y familiar –mediante los permisos de paternidad y servicios de cuidado y educación infantil– y mejorar la representación de las mujeres en los puestos de mayor responsabilidad.
Plantean el caso de Italia como ejemplo: se implantaron de manera temporal cuotas de género obligatorias –hasta que se alcanzara el equilibrio– en los consejos de administración de empresas que cotizan en bolsa y en empresas públicas. En cinco años, la presencia de consejeras ha pasado del 6% a casi el 30%, mejorando la gobernanza con personal mejor cualificado y sin sufrir impacto en la cotización en bolsa. Asimismo, el estudio muestra la existencia de efectos positivos en el momento en el que el líder es una mujer: las desigualdades se reducen en el resto de la empresa.
El trabajo fue presentado por el investigador de Fedea, José Ignacio Conde-Ruiz, coautor del informe y miembro del Foro de Expertos del Instituto Santalucía, y por Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea. Se encuentra disponible aquí.
