Cómo mejorar el capital humano para potenciar el talento sénior

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El capital humano es un poder que te permitirá extender tu vida laboral muchos años si lo pones en valor. Descubre cómo hacerlo de la mano de la experta en longevidad Bárbara Rey Actis, fundadora de Longevity Initiatives y colaboradora de Instituto Santalucía. 

Capital Humano

Si tienes más de cuarenta años, seguramente has escuchado muchas veces el término talento sénior y es muy posible que hayas sentido como si una luz roja de alarma se encendiera. Esto sucede porque, paradójicamente, las personas que más valor pueden aportar a las compañías son las más susceptibles de perder su puesto de trabajo. Incomprensible, pero real.

Del talento sénior se habla mucho, pero en el fondo, se hace poco. Si bien hay diferencias según la industria, el sector o el tipo de labor, las coincidencias están en cuanto a la relación que se hace entre talento sénior y ciertas características atribuidas a este colectivo. Adjetivos como “obsoleto”, “caro”, “desmotivado”, “lento”, estigmatizan a muchísimas personas injustamente, dando a las empresas las excusas perfectas para optimizar sus cuentas de resultados a corto plazo.

Frente a esta realidad que no está en tus manos y que es muy difícil de cambiar, existe la opción de actuar sobre lo que sí está a tu alcance y que puede marcar una diferencia: el capital humano. Si bien no hay una única definición, se puede resumir como la suma total de la salud, las habilidades, los conocimientos, la experiencia y los hábitos y determina, en gran medida, la competitividad de una persona. Es un activo intangible que contribuye a la productividad, la innovación y la competitividad y, además, puede verse incrementado con su uso y si se comparte.

Atributos del capital humano

El capital humano se compone de tres atributos: salud, conocimiento y experiencia.

Salud

Este es un factor importantísimo, porque, de cara a las empresas que están condicionadas por viejas creencias, a medida que se van cumpliendo años, aumenta la posibilidad de desarrollar determinadas enfermedades, causar bajas, realizar determinadas tareas con más dificultad o con más errores. La realidad es bien diferente ya que, actualmente, la mayor parte de las personas gozan de una buena salud hasta bien pasada la edad de jubilación. Además, los puestos de trabajo relacionados con servicios o con trabajo mental, que son la mayoría, no se ven afectados en ningún momento por limitaciones físicas. Por último, los avances en la tecnología hacen que, aun en caso de trabajos físico (salvo contadas excepciones), las tareas sean más sencillas y necesiten menos fuerza y más destreza o coordinación.

Para mantener un buen estado de salud se recomienda desarrollar una cultura de autocuidado, basada en hábitos saludables centrados en una correcta alimentación, ejercicio físico frecuente y, muy importante, un correcto descanso. De esta forma, se evita el desarrollo de enfermedades (sobre todo crónicas) y se mantiene un estado de vitalidad y energía que contribuirá a un buen desempeño y rendimiento laboral.

Conocimiento

En España, la mayor parte de las personas de más de cuarenta años han alcanzado niveles educativos altos, pero no todos han continuado estudiando y manteniéndose actualizados por numerosos motivos, como responsabilidades familiares, exigencia del propio puesto de trabajo, prioridades económicas, falta de tiempo, etc. Muchas personas han accedido a cursos de formación interna impartidos por la propia empresa, pero esta modalidad está en descenso debido a los numerosos recortes presupuestarios.

Para poder estar siempre actualizado en conocimientos y habilidades se recomienda adoptar la filosofía de “Lifelong Learning”, o formación a lo largo de toda la vida. No hace falta volver a la universidad y hacer una segunda carrera o un doctorado, hoy existen numerosas ofertas formativas que permiten a las personas especializarse o profundizar conocimientos y conocer las últimas tendencias. Los MOOC (Masive Open Online Courses) son una buena opción, gratuita en muchos casos o con bajo coste. Existen numerosas plataformas online de conocimiento y grupos de networking orientados a formar a personas adultas que trabajan adaptándose a sus limitaciones de tiempo. Tener conocimientos actualizados permite aportar valor a la empresa y mejorar la competitividad.

Experiencia

El tercer factor que compone el capital humano es posiblemente el que más se asocia con el talento sénior: la experiencia. La experiencia sin más puede no ser suficiente, ya que si se basa en situaciones lejanas es posible que, nuevamente, de cara a la empresa, caiga en la categoría de anécdota o “batallita”. Pero, las personas que llevan varias décadas trabajando cuentan con esta ventaja competitiva única frente a las personas más jóvenes y la clave está en saber poner en valor toda esta experiencia para aplicarla en la realidad actual.

Para que la experiencia sea una ventaja competitiva y no un factor que juegue en contra se recomienda asociarla a las habilidades cognitivas y socio-conductuales más demandadas por las empresas. Las habilidades cognitivas más relevantes son: conocimiento tecnológico, resolución compleja de problemas basados en la experiencia y pensamiento crítico. Las habilidades socio-conductuales más demandadas son: perseverancia, colaboración, empatía y manejo de emociones.

En resumen, si tienes más de cuarenta años y deseas tomar acción para potenciar tu capital humano y extender así tu vida laboral, debes enfocarte en el autocuidado, el aprendizaje continuo y el desarrollo de habilidades cognitivas y socio conductuales.

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