Etapa centrada en la salud física, mental y financiera, con toma de importantes decisiones vitales para la etapa final. ¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta este colectivo y cuáles son las soluciones? Lo analizamos en nuestro informe “las etapas de la vida sénior” elaborado en colaboración con LoRIS.
Población
Estas cohortes están compuestas por 3,1 millones de personas (un 57% mujeres) que encuadran al 19,4% de la población sénior española, nacieron entre 1938 y 1947. Su infancia y juventud discurrió en el seno de una sociedad profundamente afectada por la guerra civil, en medio de una gran escasez material, y se formaron en sus años decisivos dentro de un rígido marco doctrinario. Se prevé que en 2050 este grupo etario se componga de 5,7 millones de personas.
La esperanza de vida de estas personas es de 13,7 años para las personas de 75 años y de algo menos que 8 años para las personas de 84 años. A los 75 años, las mujeres tienen una esperanza de vida de 14,8 años y los hombres de 12,2, por lo que la brecha de esperanza de vida se va reduciendo claramente con la edad.
Renta media
Usando datos agregados para el grupo de 75 y más años se observa que la renta media de los hogares encabezados por las personas sénior de edades tan avanzadas es un 14% más baja que la de los hogares de personas de entre 65 y 74 años (son hogares más pequeños también), siendo su riqueza bruta media muy similar (372.000 euros frente a 375.000), tanto inmobiliaria como no. Siendo también el caso que su deuda media es mucho más reducida.
Tasa de actividad
Es obvio que las personas de entre 75 y 84 años tienen tasas incluso menores que las del grupo precedente y no merece la pena extenderse sobre estos indicadores. Las personas que a sus 80 años continúan trabajando siquiera a tiempo parcial son muy pocas. Lo mismo puede decirse de indicadores como la ganancia media por trabajador, el nivel de estudios alcanzado o el riesgo de pobreza, cuyo detalle no se encuentra desagregado en las fuentes consultadas.
Estudios
Se encuentran en estos planos cohortes de personas sénior en las que los estudios superiores, incluso medios, ceden todo el protagonismo a los estudios básicos (sin descartar el analfabetismo), especialmente entre las mujeres. Pero ello no impide que encontremos indicadores de riesgo de pobreza que, dada la prevalencia de pensiones y riqueza inmobiliaria, siguen siendo bajos respecto a los del resto de la población sénior y no digamos aún más joven.
Salud
En materia de salud, para el indicador de “buena o muy buena”, sólo el 36,66% de las personas sénior de entre 75 y 84 años se evalúa en tal condición. Entre los hombres esta percepción corresponde al 42,6% del grupo, mientras que entre las mujeres se alcanza un 32,32%, más de 10 puntos porcentuales por debajo.
Jubilación
Estas edades marcan el inicio de una trayectoria laboral caracterizado por la industrialización acelerada del país, la apertura económica al exterior y la emergencia de las clases medias españolas, el periodo conocido como “desarrollismo” español.
Después de largas vidas laborales, alcanzaron su jubilación (mayoritariamente hombres) en la primera década del presente siglo, en un sistema ya plenamente actual en el que se reconocían pensiones sensiblemente mejores que las de las décadas precedentes.
Vinculadas al estado de salud, se produce para este grupo la adopción de importantes decisiones financieras y patrimoniales, de estilos de vida o residenciales, que pasan a primera línea. Con un factor diferencial muy importante a estas alturas de la vida: el escaso margen de tiempo para rectificar trayectorias financieras, patrimoniales y vitales en presencia de necesidades, nuevas y graves, sobrevenidas, como la aparición de las ligadas a cuidados de larga duración u otras situaciones de dependencia.
Para muchas de las personas de este grupo de edad la autonomía de la que habían venido disfrutando se va erosionando y aparece la necesaria intervención regular de familiares o terceras personas como cuidadores.
En otros muchos casos, la soledad cobra especial relevancia, generalmente con tintes problemáticos. La edad a la que interviene la viudedad crece ligada al crecimiento de la esperanza de vida, y afecta principalmente a las mujeres. El problema de la soledad adquirirá una escala enorme en el futuro inmediato. En la actualidad, según el INE, de 70 años en adelante, con 6,6 millones de personas, un 43% de estas son solteras, viudas o separadas/divorciadas (lo que no quiere decir necesariamente que vivan solas) y por cada hombre hay tres mujeres.
Ello requerirá la aplicación de recursos y políticas anti-soledad adicionales que pueden ser muy importantes, más allá de los recursos ordinarios con los que se venía contando hasta entonces para el bienestar de las personas mayores, básicamente la pensión y el rudimentario sistema de atención a la dependencia existente en la actualidad.
En los años previos a las edades extremas, las personas de estas cohortes se enfrentan a riesgos que pueden conllevar cambios vitales muy exigentes en términos de recursos financieros y de otro tipo cuya disponibilidad no está necesariamente asegurada por las instituciones ni el mercado. Una buena planificación previa es imprescindible, de la mano de asesores especializados.
Si la preparación a la jubilación escasea, la preparación a este tipo de cambios está casi ausente en la agenda colectiva. En el plano personal, la mera casuística que se descubre cuando cada uno mira a su círculo familiar y personal es muy variada y no siempre feliz. Se descubre entonces, cuando sobrevienen condiciones inesperadas (aunque esperables) que el patrimonio personal o familiar puede ser insuficiente para respaldar los ingresos corrientes, que las ayudas de familiares en forma de cuidados u otras prestaciones tampoco se pueden movilizar como sería deseable o que las opciones al alcance de la mano son insuficientes por falta de una adecuada planificación y que ya no hay margen para constituir los recursos necesarios.
Descárgate el informe completo y conoce más detalles de la etapa decisiva, así como de las otras tres etapas de la vida sénior.