La experta en planificación gerontológica y miembro del foro de Expertos del Instituto Santalucía, analiza en este podcast los retos de la cuarta edad tras la pandemia.
Pregunta: La pandemia ha puesto de manifiesto que las personas mayores necesitan más y mejor atención. ¿Qué lecturas podemos hacer?
La pandemia ha puesto de manifiesto que las personas mayores necesitan más atención, que hay un conjunto de carencias que sabíamos que existían, tanto en los modelos de atención en el domicilio, como en el modelo de atención de carácter residencial. En el domicilio todavía arrastramos desde los años 80 un modelo de servicios domiciliarios que de alguna manera daba respuesta a otro tipo de necesidades, que eran más bien de limpieza y de situaciones de viviendas bastante carenciales, y en este momento las necesidades son otras. En el ámbito residencial heredamos la cultura institucional que en este momento está abolida prácticamente en bastantes países y en proceso de transformación en el resto de países que podemos llamar desarrollados
P: ¿Debe cambiar el modelo asistencial y de residencias? ¿Hacia dónde debe de ir?
Una vez más los efectos de la pandemia, que han sido como bien sabemos demoledores en el ámbito residencial, han llevado a una reflexión, que estamos todavía en ella, porque realmente hemos comprobado que los modelos institucionales no son los más adecuados para que las personas pasen los últimos años de su vida y, en esta ocasión, se ha evidenciado, que son los diseños: pasillo habitación-habitación, por entendernos de una manera sencilla. Este diseño es un motor de transmisión, mucho más con los modelos organizativos que tenemos en las residencias, con lo cual efectivamente en este momento la práctica totalidad de las comunidades autónomas están pensando en cómo diseñar, cómo legislar, cómo cambiar normas en relación a este tipo de modelos, acercándose mucho más a modelos de tipo doméstico y hogareño
P: ¿En qué país nos tenemos que fijar y cuál es su modelo?
Claramente en Europa tenemos la experiencia de los países nórdicos, entre otras cosas porque es una experiencia muy avalada por el tiempo, es una experiencia bastante austera, aunque a veces pensemos que es todo lo contrario, y que comenzó en los años 70. Estamos hablando, por lo tanto, de 50 años de experiencia, que gira en torno a un cambio de concepción, un cambio de marco conceptual en torno al concepto de vivienda, grande o pequeña, en unidad de convivencia, con otras viviendas, pero siempre vivienda, como espacio de vida, como espacio de intimidad, como espacio doméstico. Por lo tanto, es el camino hacia donde está yendo la mayor parte de Europa, y nosotros todavía estamos muy lejos de eso. Realmente la tendencia va ahí, a un espacio doméstico pequeño, con servicios integrados o con servicios externos, pero todo lo que se acerque a esto: si no es en casa, pues como casa.
P: Cada vez somos más longevos, como país y como individuos ¿a qué retos nos enfrentamos?
Es sobradamente conocido que la longevidad es una conquista social, que, de hecho, disfrutamos un porcentaje bastante pequeño del mundo, que son los países desarrollados. Vivir muchos años es un deseo y una aspiración de las sociedades modernas, pero efectivamente lo que conlleva es un proceso de adaptación de las sociedades al envejecimiento. Tenemos el ejemplo de Francia, que en 2016 ya aprobó la conocida como Ley de Adaptación de la Sociedad al Envejecimiento y esto, sin duda alguna, va a generar bastantes beneficios y bienestar a toda la sociedad, no solo a las personas mayores. Una ciudad amable con las personas, una sociedad cuidadosa con las necesidades de sus ciudadanos y ciudadanas evidentemente es bueno para todo el mundo
P: ¿Cómo debemos prepararnos para vivir con tranquilidad, con cuidados, en la era de la longevidad?
Desde hace tiempo planteamos en el ámbito de la planificación, esto que ya casi se convierte en un lema que es tomar decisiones a tiempo, es decir, preparar nuestro proceso de envejecimiento y pensar que no nos lo permitimos demasiado, pensar en cómo queremos envejecer. Si eso lo pensamos con 50 años, muchísimo mejor, entre otras cosas porque, además, vamos a ahorrar gasto público. Si, por ejemplo, yo vivo en un adosado y decido cambiar a un piso sin barreras, pues eso que he adelantado para que cuando tenga 85 -90 años pueda vivir un poco mejor. En general pensar en la vejez, tomar decisiones sobre cómo quiero vivir en todos los sentidos en la gestión de mi dinero, en el lugar donde quiero vivir, en cómo me gustaría utilizar mi tiempo libre… Digamos que de una manera muy troncal es tener muy claro qué son actividades preventivas y qué es promoción de la salud, con eso yo creo que podemos envejecer cada vez mejor.