De media, las mujeres viven cinco años más que los hombres y tienen peor salud. Sus salarios y pensiones, siguen siendo inferiores, pero en la longevidad, tienen un rol predominante. Bárbara Rey Actis, fundadora de Longevity Initiatives, experta en la materia analiza en una entrevista para Instituto Santalucía la longevidad femenina, disponible también en Spotify.
¿Por qué la longevidad impacta de forma diferente a hombres y mujeres?
Básicamente podríamos decir que hombres y mujeres viven y envejecen de forma diferente y a lo largo de todas las etapas vitales. Se han ido identificando determinadas características de las mujeres que han sido estudiadas y analizadas desde diferentes dimensiones para luego compararlas respecto a los hombres. De esta manera, se ha podido comprobar que hay diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres que permiten concluir que, efectivamente, somos diferentes respecto a la longevidad y, por lo tanto, requiere un abordaje y una propuesta de soluciones y aportaciones un tanto diferentes.
¿Qué características específicas tienen las mujeres en cuanto a la salud?
Las mujeres viven más que los hombres, si bien nacen más hombres que mujeres, a partir de los 50 años esta proporción comienza a invertirse. Hay un 32% más de mujeres mayores de 65 años que hombres, y este porcentaje sube más cuanto más avanza la edad. Por otra parte, la esperanza de vida de las mujeres es cinco años superior a la de los hombres media 88 frente a 84,1. Por lo tanto, son más las mujeres que enviudan y que pasan sus últimos años de vida viviendo solas.
Además, las mujeres tienen peor salud. Si miramos la esperanza de vida saludable de las mujeres, ésta es menor (viven más años y se enferman más). El 44% de las mayores de 65 años vive con buena salud a partir de esa edad, mientras que, en los hombres el porcentaje es de 53,7%.
Las mujeres tienen mayor incidencia de determinadas enfermedades crónicas. Podemos decir que la artrosis y la depresión son más predominantes en las mujeres, pero también sufren de colesterol, hipertensión y diabetes. Además, son más propensas a sufrir enfermedades mentales debido a la mayor incidencia de factores de riesgo. Entre ellos: vivir en soledad, atravesar un duelo al enviudar antes. Todo ello hace que tengan mayores índices de dependencia.
Aunque no sea necesariamente así, las mujeres tienen peor valoración de su propio estado de salud. Somos más quejicas. Solo el 40% de las mujeres mayores autovalora bien su salud, mientras que entre los hombres asciende a un 52,3%. La contraparte es que la mortalidad masculina es más temprana que la femenina.
De este modo, son más las mujeres que necesitan cuidados, debido a que tienen una mayor esperanza de vida, se enferman más y tienen peor percepción de su salud. Y las grandes cuidadoras son, a su vez, las mujeres.
¿Cuáles son los principales retos de las mujeres en cuestión de patrimonio?
Las mujeres reciben pensiones inferiores a las de los hombres. De media, es aproximadamente un 30% menor. La pensión media de las mujeres solo supera a la de los hombres en el caso de la pensión de viudedad. En el resto de tipo de pensiones, los hombres reciben mayor cuantía de media.
Además, las mujeres estarán jubiladas por más tiempo. Se espera que una mujer pase como jubilada una media de 25,5 años en España, mientras que los hombres lo estarán durante 21,5.
Hay menor tasa de empleo entre mujeres. Es cierto que la brecha de tasa de empleo se va reduciendo paulatinamente, pero, especialmente entre mujeres de más de 55 años, esa brecha sigue siendo de casi 15 puntos de diferencia. Asimismo, hay más mujeres en paro: 3,5 puntos que los hombres. Si nos centramos en la tasa de paro para las personas más cercanas a la jubilación (mayores de 54 años), la diferencia es de unos 2,5 puntos, un tanto menor.
Las mujeres activas ganan algo menos que los hombres. En la media total, las mujeres ganan un -2% que los hombres, aunque esa brecha se agranda a partir de los 65 años, llegando a un -5%. En las edades que van entre 45 a 64 años, son las mujeres las que ganan, de media, un 2% más que los hombres. Aquí se ve los efectos del acceso de la mujer a la educación para la generación baby boom.
Las mujeres tienen mejor nivel de educación. En el año 2020, un 40% de hombres y un 34% de mujeres tenían un nivel de formación correspondiente a primera etapa de educación secundaria e inferior. En el nivel de formación de segunda etapa de educación secundaria y educación postsecundaria no superior los porcentajes eran más bajos, 23% de hombres y 23% de mujeres. Para el mismo grupo de edad y nivel de formación correspondiente a primero y segundo de educación superior y doctorado los porcentajes eran 37% de hombres y 43% de mujeres. Es decir, las mujeres tienen mayor nivel educativo que los hombres y esa diferencia es mayor entre personas más jóvenes.
¿Cuál crees que es rol de la mujer en la economía de la longevidad?
Si una empresa quiere desarrollar productos y servicios dirigidos a la gente mayor, tiene que dirigir su mirada hacia quienes tienen las claves de la economía de la longevidad actual y futura: las mujeres maduras.
La mujer es tomadora de decisiones de compra, influenciadora y/o pagadora. Por ponerlo en números, las mujeres influencian, a nivel mundial, en el 64% de las decisiones de compra. Por lo tanto, tienen un rol muy activo en la economía.
La percepción que tienen las mujeres sobre la jubilación es muy diferente a la que tienen los hombres. En diferentes estudios realizados, ellos manifiestan una visión más lúdica, de desconexión y disfrute, mientras que ellas se preocupan más por aspectos económicos, salud, dificultades a afrontar, etc.
Por último, si queremos desarrollar productos y servicios para personas mayores, hay que tener en cuenta no solo a quienes son mayores hoy, sino a quienes lo serán en breve: las baby boomers. Ellas conocen muy bien las necesidades de los mayores porque cuidan de ellos y saben muy bien lo que quieren para su propio futuro.
Por otra parte, nos encontramos con cuatro grandes bloques de necesidades relacionados entre sí: combatir la soledad, mejorar su percepción de salud, apoyo para los cuidados, tecnología adaptada. El principal motivo identificado de por qué hasta ahora las soluciones propuestas por las empresas no han logrado satisfacer de forma plena estas necesidades es porque la mayoría de las empresas está dirigida y liderada por hombres jóvenes, especialmente las de tecnologías. No han involucrado a las mujeres maduras ni como consumidoras potenciales ni como talento senior.
Hablas de la ‘generación sándwich’, ¿qué características tiene?
La generación sándwich corresponde a las personas de entre 35 y 55 años, que se ven obligadas a cuidar a sus hijos mientras atienden a sus padres y/o suegros, encontrándose, metafóricamente, en medio de dos compromisos. Hay dos tipos de personas en la generación sándwich:
- Un grupo son adultos entre 40 y 59 años que tiene un padre de más de 65 viviendo con ellos o a su cuidado, al tiempo que cría a sus hijos menores.
- El otro grupo es el que asume la responsabilidad del cuidado de los padres muy mayores y sostiene a sus hijos adultos mientras cursa la universidad o está desempleado.
En breve, con la mayor esperanza de vida, tendremos a cuatro o cinco generaciones conviviendo, así que habrá adultos que tendrán que cuidar, además de padres e hijos, de sus abuelos centenarios.
El denominador común que sale a la luz una y otra vez es el stress. Las personas que se ven inmersas en esta situación viven situaciones límites y están sometidas a un nivel de tensión constante difícil de sostener. No sorprenderá saber que hay una mayor incidencia entre mujeres. Sobre ellas recae mayor responsabilidad de cuidar a los mayores (padres o suegros), sus parejas, los hijos, la casa y, desde la incorporación al mercado laboral, también de su trabajo.
El impacto a nivel psicológico, físico, económico y social es muy alto. Es tal el foco en los derechos, obligaciones y necesidades de los demás que, en muchos casos, la mujer se descuida a sí misma incrementando los niveles de ansiedad, depresión y otras enfermedades relacionadas con el stress. Como si lo anteriormente descrito fuera poco, además de la responsabilidad del cuidado, también recae en ellas la responsabilidad del trabajo. Vemos entonces que la carga es física, emocional y financiera. Un cóctel que muchas veces se vuelve explosivo.
¿Qué podrías aconsejar a las mujeres que se ven inmersas en esta situación?
Tener una cultura de autocuidado, velando por un buen descanso, una buena alimentación y movimiento físico diario, además de aprender a manejar las situaciones de estrés de mano de profesionales y/o buscar apoyo psicológico.