El aumento constante que ha experimentado el ahorro gestionado por los tipos de productos que presenta el seguro de vida en el ámbito individual y empresarial, supera en el cierre de 2018 los 180.000 millones de euros. Este dato se desprende del Informe Estamos Seguros, elaborado por UNESPA y que subraya la importancia creciente de los seguros de ahorro con cobro en forma de renta, temporal o vitalicia.
El mismo informe revela que la evolución de los asegurados ha sido más moderada, pues se ha mantenido por debajo de los 10 millones de personas en los últimos años.
Por último, la mayor parte de los asegurados del seguro de vida, sin embargo, se encuentra en la modalidad de previsión del fallecimiento o la invalidez; modalidad que también ha experimentado una tendencia moderada en los últimos años, si bien la cifra de asegurados se sitúa en el entorno de los 20 millones de personas.
El seguro de vida es, esencialmente, un producto de previsión para el futuro. Esta previsión puede realizarse en dos vertientes básicas: previsión ligada a sucesos inesperados de la vida que puedan suponer graves problemas económicos, entre los cuales el fundamental es el fallecimiento; y previsión ligada a la constitución de volúmenes de ahorro que permitan disfrutar de un nivel de vida igual o parecido en el futuro, cuando la capacidad de generar ingresos sea menor o las necesidades mayores (especialmente, la jubilación).