La experta en longevidad, Bárbara Rey Actis, analiza en un nuevo episodio del podcast de Instituto Santalucía cómo planificar financieramente nuestra jubilación. Abre la posibilidad de que en lugar de ahorrar e invertir, extendamos nuestra carrera profesional más allá de los 67 años.
La actual cobertura del sistema de pensiones es cada vez más insostenible tal y como la conocemos. Hay varias razones que explican este tensionamiento: el aumento de la esperanza de vida, la llegada a la jubilación de la generación más numerosa, la del babyboom, la baja tasa de natalidad (recordemos que son los actuales trabajadores quienes financian el sistema con sus cotizaciones) y el aumento de la pensión media, ya que los nuevos beneficiarios de la prestación se jubilan con sueldos medios más altos. Por tanto, la llamada “hucha de las pensiones” es deficitaria.
Es más, la mayor longevidad hace que aumente la probabilidad de sufrir grave dependencia, lo que supone más gasto a título personal. Y con la pensión puede que no sea suficiente para cubrirlo.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos para mejorar nuestra situación económica futura sin que dependa 100% del sistema público? Barbara Rey Actis, experta en la materia y autora del libro “Una longevidad con sentido” nos da las claves en un nuevo episodio del pódcast de Instituto Santalucía, “Hablando de…”.
¿Tenemos que ahorrar para cubrir esta fase, para completar la pensión pública? En caso afirmativo, ¿qué planificación financiera deberíamos abordar? ¿Qué alternativas hay?
La respuesta es rotunda y fácil: sí, tenemos que ahorrar no solamente para la jubilación, sino para hacer frente a diferentes eventos que se puedan dar a lo largo de nuestra larga vida. Centrándonos en la fase de la jubilación, es presumible pensar que las pensiones del futuro van a ir mermando en cuanto a la cobertura y en cuanto al importe, por lo que las personas, de manera individual, deberíamos tener esta previsión, y no solamente ahorrar sino también invertir inteligentemente y poder generar un portafolio que genere un patrimonio del que vamos a poder disponer una vez jubilados.
Un patrimonio en el que también se incluye la vivienda, si somos capaces de tener una en propiedad, ya se puede abordar la licuación de esa vivienda para poder complementar el ingreso.
Esto requiere de una planificación y una educación financiera desde edades tempranas. ¿Y qué hacemos si no tenemos esa educación financiera? Por suerte hay muchas empresas que se están preocupando por dar información a las personas. Esto es algo que, o bien tenemos que ir nosotros a buscar proactivamente o estar pendientes y alertas a todo lo que están ofreciendo. Las alternativas son numerosas y cada persona debería ver cómo es su vida, cuáles son sus necesidades y, en función de eso, elegir las mejores opciones, tanto de ahorro como de inversión.
A los 30, 40 años la jubilación se ve como algo lejano y se tiende a procrastinar, a retrasar el momento de ahorrar para la jubilación. ¿A qué edad, aproximadamente, la gente empieza a tomar conciencia de que tiene que velar por su gestión patrimonial? ¿Cuándo sería el momento óptimo?
Hay un estudio bastante profundo realizado en Estados Unidos, pero que todos nos sentiremos identificados con él, en el que se preguntaba a las personas a qué edad pensaban que iban a comenzar a ahorrar para su jubilación y luego, con el tiempo, contrastaron a qué edad efectivamente comenzaron. Obviamente, todo el mundo manifiesta que va a empezar mucho más pronto de lo que empieza. Hay un gap de 8 años de retraso entre esa voluntad de comenzar a ahorrar y el comienzo del ahorro.
El clic suele suceder alrededor de los 50 años. En ese momento es cuando empezamos a tomar conciencia de que ese momento, más o menos esperado, de la jubilación se está acercando. Y deberíamos empezar antes y utilizar la magia del interés compuesto de las inversiones. Cuanto antes se comience mejor rentabilidad vamos a tener y el esfuerzo de ahorro va a ser menor.
En tu libro señalas que el capital humano es importante para la consolidación de nuestra situación económica y financiera en el contexto de vidas más largas. ¿Por qué?
Este es un tema que, cada vez, va a ir cobrando más relevancia, porque una de las alternativas que no hemos metido en la ecuación es, si en lugar de ahorrar y de invertir, prolongo mi carrera profesional con jubilaciones flexibles o híbridas. Cabe la posibilidad de extender nuestra carrera profesional más allá de los 67 años, sobre todo para trabajadores de tipo intelectual, no para trabajadores de tipo físico, que pueden tener otras complejidades. Ahí es donde entra el capital humano, todo el conocimiento que tenemos en nuestra cabeza.
Escucha el episodio completo y descubre cómo podemos prolongar nuestra vida laboral con el concepto del life long learning. También podrás acceder a toda la serie de «Hablando de…» en Spotify y Ivoox.