¿Cómo financiar una vida de 100 años?

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Aunque el dinero no lo es todo en la vida, es importante planificar cuánto tenemos que ahorrar para, por ejemplo, financiar nuestra pensión de jubilación. Nuestras pensiones dependerán de nuestra esperanza de vida y la duración de nuestra vida laboral, sin embargo, al considerar solamente las pensiones estemos probablemente adoptando un punto de vista bastante estrecho acerca de la planificación financiera.

Si vivimos más, necesitaremos más dinero: la solución será o bien ahorrar más, bien trabajar durante más tiempo. Entonces el regalo de la longevidad puede volverse contra nosotros: tendremos que pagar una gran factura por aceptar dicho regalo.

Estos cálculos financieros nos obligan a alejarnos del concepto dominante de la vida de tres etapas −educación, trabajo, jubilación. Calcular las tasas de ahorro y los años de trabajo es complicado: depende de nuestro nivel de vida y de nuestras circunstancias y aspiraciones individuales. La generación que se encuentra en su etapa de trabajo debe prepararse para cambiar, transformarse y experimentar, pero para la generación que aún está estudiando o que acaba de finalizar su educación, el modelo de vida de tres etapas directamente no funcionará. En su caso deben rediseñar su trayectoria vital desde el comienzo de su vida.

Cada uno de nosotros deberemos afinar nuestros cálculos financieros a medida que pensemos en nuestra propia planificación. Muchos de nosotros estamos interesados −quizás demasiado− en planificar cuánto tiempo deberíamos trabajar y cuánto deberíamos ahorrar. No obstante, en todos estos cálculos influyen cuatro hipótesis básicas: la cuantía que deseamos recibir como pensión, la rentabilidad de nuestros ahorros, la tasa de crecimiento de nuestros ingresos y a qué edad nos querríamos jubilar. Por su parte, la longevidad provocará un gran cambio en todos estos niveles.

Generalmente, a medida que la gente vive más, su renta crece, dado que los salarios siguen el ritmo de la inflación. A lo largo del tiempo hay mejoras en productividad, las personas son promocionadas y asumen mayores responsabilidades. Sin embargo, obviamente la renta no va a crecer a un ritmo constante, así que ¿hasta qué punto trabajar durante más años nos ayudará a solventar el problema relativo al presupuesto financiero de una larga vida?

El tema económico más debatido alrededor de la mayor esperanza de vida es la creciente insostenibilidad financiera de las pensiones públicas, especialmente en las economías desarrolladas. La mayor parte de los países ricos tienen un sistema de pensiones públicas basado en el reparto. Bajo ese sistema, las cotizaciones actuales son destinadas a pagar las pensiones actuales. El problema del sistema basado en el reparto es que, por una parte, la gente vive más y, por otra, la tasa de natalidad está disminuyendo: esto equivale a menos ingresos por impuestos y más gastos en pensiones.

Por otra parte, no se puede analizar los casos como aislados sin considerar el resto de las personas que conforman un hogar: es obvio que, si se forma parte de una pareja de trabajadores, será más fácil financiar una larga vida. Existen dos formas en que esto se produce: hay economías de escala en los hogares y, por supuesto, los ingresos netos del hogar aumentan. Las economías de escala se logran porque una casa para dos no es el doble de cara que una casa para uno, igual que la comida para dos no es el doble de cara que para uno solo. Esto reduce la carga en la generación de ahorro para la jubilación, dado que el hogar genera ahora más ingresos. Disponer de dos rentas por parte de los miembros del hogar “solo” contribuirá en términos de ahorro en caso de que ellos no vinculen sus hábitos de consumo a sus altos ingresos.

La idea de una vida laboral muy extensa es poco sugerente y suena como algo muy extenuante, asumiendo que la estructura de esta larga vida laboral tendrá el mismo patrón que la tradicional vida de tres etapas. Si somos capaces de pensar de forma creativa y de separarnos del modelo de tres etapas, entonces las opciones son mucho más atractivas.

La naturaleza cambiante del mundo del empleo también pondrá una presión cada vez mayor sobre el modelo de tres etapas. Nuevas tecnologías llegarán y desaparecerán, unos sectores crecerán y otros desaparecerán y una nueva generación de ocupaciones emergerá y sustituirá a empleos existentes. Será a través de una vuelta a la educación y la formación a través de la cual nuestra vida mutará de tres a múltiples etapas. ¿Podemos honestamente asumir que alguien pueda trabajar sin descanso hasta los 80 años sin períodos sabáticos y sin flexibilidad laboral?

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