Las lecciones aprendidas en el pasado desde la revolución industrial hasta la actualidad nos muestran una realidad que ha cambiado la naturaleza del empleo y la distribución de la población, pasando de una sociedad rural y agrícola en 1910 a una sociedad urbana centrada en la economía del sector servicios y la industria del ocio.
¿Cuáles serán los cambios que se producirán en el futuro y donde estarán los empleos?
En la actualidad seguimos viviendo la mayor migración de la humanidad, la migración del campo a la ciudad, que comenzó durante la revolución industrial y se está transformando de las ciudades industriales por las ciudades inteligentes. Las ciudades inteligentes están convirtiéndose en eslabones de unión para personas con ideas y competencias elevadas, que quieren estar rodeadas de otras personas con talento para potenciarse y desafiarse. Estas ciudades inteligentes marcarán la nueva senda del empleo, cada vez más flexible y cualificado.
Siempre han existido predicciones de que la automatización supondría el fin del trabajo. Las nuevas tecnologías significan el final de los trabajos del siglo pasado y también la creación de nuevos roles y tareas. Los puestos de trabajo con tareas rutinarias están siendo sustituidos por la tecnología que cada día tiene mayor capacidad para asumir otro tipo de tareas, lo que acabará afectando a todo el mercado laboral.
Entonces si el desarrollo tecnológico continua, ¿cuál es el futuro del trabajo?
Desde un punto de vista tecnológico, esta pregunta tiene que ver con los límites de la inteligencia artificial y la sustitución provocada por la robótica. Existen ciertas capacidades del ser humano que son únicas y (todavía) no pueden ser sustituidas. Por lo tanto, la creación de valor por parte del empleado residirá en la innovación y no en la producción.
Desde una perspectiva económica, la cuestión no es simplemente el proceso de sustitución en los puestos de trabajo, sino que tiene que ver con las variaciones en la oferta. Las empresas que utilizan la inteligencia artificial y la robótica tienden a ser más productivas, disminuyendo el coste del producto o servicio. A precios más bajos, la demanda sobre ellos aumenta y como consecuencia deben emplear a más personas para satisfacer esta nueva demanda. La aparición de nuevos productos y servicios supondrá otro empujón para esta demanda de trabajo. Las fuerzas demográficas serán otro aspecto determinante en el panorama laboral. En definitiva, no deberíamos preocuparnos de que los robots nos quiten los puestos de trabajo, sino de que lleguen justo a tiempo para para compensar el descenso de la población trabajadora debido al envejecimiento y para mantener la producción y los niveles de vida y productividad.
El mensaje empírico que nos da la historia es que el progreso tecnológico aumenta la productividad, dispara el estándar de vida y alienta a las personas a gastar y consumir más; y como consecuencia, estas tecnologías no crean desempleo de forma agregada. La preocupación real es la naturaleza de esta nueva industria, en la que un número muy pequeño de personas hacen enormes cantidades de dinero, mientras que la mayor parte de los empleados en la industria no participan de ello.
Este nuevo paradigma es un importante debate para las próximas décadas: ¿sustituirán las maquinas a los humanos en el mercado laboral?, ¿serán complementarias?, ¿se crearán nuevos sectores que impulsarán la industria hacia adelante?
Desde el Instituto santalucía, seguimos compartiendo con vosotros, periódicamente, capítulos de este libro que invita a la reflexión, a pensar sobre cómo vamos a organizar nuestro tiempo, sobre cómo vamos a afrontar nuestra carrera laboral y nuestra vida, en general, para aprovecharla al máximo. Porque vivir más tiempo es un reto para empresas y gobiernos, pero también para los ciudadanos. Puedes leer el capítulo completo aquí.