El aumento de la esperanza de vida aumenta la probabilidad de sufrir problemas de salud derivados de la edad, por lo que es importante saber cuál es el coste de la dependencia, una contingencia cuyo Grado III (el más severo) padecerá casi el 5% de los mayores de 65 años en 2030, según el informe “Dependencia en España”.
Nuestro país es uno de los que tiene mayor esperanza de vida, una buena noticia, pero que, sin embargo, aumenta la probabilidad de sufrir contingencias derivadas de la edad y que suponen un elevado coste económico que con la pensión pública no se podrá afrontar como veremos más adelante, pero antes, entendamos cuáles son los diferentes grados de dependencia.
Índice
¿Qué es la dependencia?
La dependencia es una contingencia provocada por la mayor longevidad y que supone la asistencia de una tercera persona para realizar Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), como es el caso del aseo personal, movilidad, tareas domésticas…
Grados de dependencia
Existen tres grados de dependencia, en función de la autonomía de las personas.
- Grado I. Dependencia moderada: en esta situación la persona precisa ayuda para realizar las actividades básicas diarias por lo menos una vez al día. Se presenta alguna limitación en la autonomía personal.
- Grado II. Dependencia severa: la persona necesita apoyo para hacer varias actividades básicas cotidianas dos o tres veces al día. Además, precisa de ayuda extensa para su autonomía personal.
- Grado III. Gran dependencia: en este caso, la persona se enfrenta a una situación en la que necesita ayuda para realizar las actividades básicas diarias varias veces al día, ya que, a causa de una pérdida total de su autonomía, tanto mental, sensorial como física, necesita el apoyo continuo de una persona.
Estimación del coste de la dependencia
Hipótesis de partida
Según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia (EDAD) del INE del 2008, el número de horas de cuidados que reciben a diario las personas que sufren algún tipo de discapacidad aumenta con la edad del dependiente.
Así, el número de horas que manifiestan requerir las personas de 80 y más años, que sufren algún tipo de dependencia (sin diferenciar por grado), se sitúa en 8 horas y más al día. Poniendo el foco en las horas necesitadas por las personas que sufren Grado III de discapacidad, la atención de otra persona es prácticamente constante a lo largo del día: alrededor de 18 diarias de cuidados por parte de un tercero.
En edades tempranas, los cuidados a la dependencia de Grado III recaen en proporciones similares entre el núcleo familiar y los cuidadores profesionales. Sin embargo, a medida que la situación del dependiente se agrava con la edad, esta distribución va cambiando, haciendo más relevante la externalización de los cuidados a un tercero que es cuidador profesional.
En este ejercicio se ha considerado que los servicios de cuidados son ofrecidos por una persona que trabaja a tiempo completo, esto es 8 horas al día o 40 horas a la semana, quedando el resto de tiempo de cuidados muy probablemente a cargo de familiares o amigos, a quienes no se ha considerado una remuneración por el coste de oportunidad que supone el tiempo dedicado a estos cuidados.
Por lo tanto, para la estimación del coste económico anual de estos cuidados es necesario saber también el número de días que trabajaría este empleado doméstico. De acuerdo con el Real Decreto Legislativo 2/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, el número de horas máximo que se puede trabajar en un año son 1.826 horas. Asumiendo una jornada de 8 horas diarias, el número de días que se podría trabajar al año es 228,25 días.
Coste económico anual de la dependencia
A partir de la multiplicación del número de horas de cuidados necesitadas al año y el coste laboral de cada hora de este tipo de servicios, se calcula el coste económico anual de la dependencia de Grado III. El resultado arroja un coste económico de los cuidados de larga duración asociados a la dependencia de Grado III que se sitúa en el entorno de los 20.000 euros al año.
Un mero contraste de la situación actual de la renta de las personas jubiladas y del coste que afrontarían para cubrir los cuidados asociados a su probable dependencia de Grado III evidencia que, con independencia de la edad, el flujo de renta es deficitario, ampliándose esta brecha a medida que los individuos son más longevos.
Así, el coste económico de los cuidados de la dependencia de Grado III representa 1,6 veces el importe medio de la pensión pública por jubilación entre los 80 y 84 años, aumentando hasta 1,8 veces entre la población de 85 y más años.
Este déficit es mayor en el caso de las mujeres, ya que el importe medio de las pensiones contributivas por jubilación es menor que el que reciben los hombres. En este caso, el coste económico de la dependencia entre las mujeres de 85 y más años representa hasta 2,4 veces los ingresos derivados de la pensión por jubilación, mientras que en el caso de los hombres se queda un punto por debajo (1,4 veces).
Por lo tanto, es conveniente activar el ahorro previsional y no solo para cubrir el gap entre la pensión pública y el nivel de vida deseado, sino también para atender la probabilidad de sufrir dependencia y afrontar el coste de la dependencia.
Aquí es donde entra la industria aseguradora y los distintos productos financieros que pueden servir de gran ayuda para poder hacer frente a contingencias como es la gran dependencia. Entre los más destacados se encuentran los planes de pensiones, los Planes de Ahorro a Largo Plazo (PALP), los Planes de Previsión Asegurados (PPA), los Planes Individuales de Ahorro (PIAS), también podemos encontrar otros relacionados con la monetización de la vivienda como es el caso de las rentas vitalicias o las hipotecas inversas.
